En este post centraremos la atención en los miedos que pueden experimentarse al tocar la guitarra, ya sea el escénico o el de enfrentarse a la propia partitura.
Siguiendo estas pautas y actuando con paciencia, el alumno puede liberarse de los problemas que hacen que no se disfrute de la música para guitarra:
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Velocidad: tocar la guitarra
constituye práctica y esta habilidad se adquiere con el paso del tiempo. Se requiere de muchas horas de ensayo. Avanzar paso a paso provoca que se consiga
mejorar esta destreza y la sincronización (si se toca con más personas).
- Arpegios: ofrecen problemas de fluidez debido a que se traban los dedos. Resulta recomendable, por tanto, extraer esa parte de la pieza y ensayarla por separado. De esta forma se puede mejorar la música compuesta para guitarra, estudiando por separado los contenidos más difíciles.
- Segundas y terceras posiciones: la guitarra española o la guitarra clásica permiten tocar las mismas notas en diferentes partes del mástil. En caso de no ser capaz de hacerlo, se recomienda elegir la posición que otorgue mayor fluidez, siempre y cuando el timbre se muestre uniforme.
- Saltos: se deben extraer de la pieza los saltos que aparezcan, del mismo modo que los arpegios. Se ha de considerar la nota de partida y la de llegada anticipándose visualmente a las siguientes notas. Esto se consigue con la práctica, por lo que resulta muy útil la ayuda de un metrónomo.
- Adornos: por lo general, no repercuten en el tempo global; de lo contrario, puede quitarse sin problema. Pueden evitarse hasta no dominarlos completamente.
- Aberturas: puede que sea lo más complicado junto a los saltos. Se debe estudiar el movimiento de la mano y darle una mayor importancia al pulgar izquierdo, que nunca deberá entrar en tensión. Una correcta colocación de este dedo y su destreza serán fundamentales para la ejecución.